domingo, 8 de agosto de 2010

EL SEÑOR DE SIPÁN


De Sipán al Marq
El 20 de Marzo del pasado año 2006, el MARQ tuvo el privilegio de exponer 133 piezas de esta colección arqueológica venida desde el Museo Tumbas Reales.
Fué la primera vez que este tesoro Pre-Inca salió de su lugar de origen, lo que suposo una primicia mundial que puso de manifiesto la importancia adquirida por el MARQ.
Una oportunidad única de acercarse al hallazgo de las Tumbas Reales de Sipán que marcó un importante hito en la arqueología sudamericana. Gracias a las piezas de la exposición “El Señor de Sipán".
Misterio y esplendor de una cultura Pre-Inca” el visitante pudo hacer un viaje en el tiempo y reencontrarse con una todavía desconocida cultura moche.

La cultura mochica
La cultura mochica o moche se desarrolló entre los siglos I y VII d.C. en la zona norte de Perú, siendo Lambayeque y La Libertad sus localizaciones más antiguas y llegándose a expandir hasta las regiones de Piura por el Norte y de Ancash por el Sur.
Era una sociedad jerarquizada: en un primer estrato se encontraban los Señores con poderes terrenales y religiosos, seguidos de los Sacerdotes y finalmente del pueblo.
Dentro de esta civilización, los guerreros debieron gozar de ciertos privilegios, llegando a constituirse como ejercito, siendo así una fuerza de control político y territorial. Los moches desarrollaron la técnica de la cerámica y de la metalurgia (oro, cobre y plata) como expresiones artísticas, muestra de ello es la herencia ornamental que ha llegado hasta nuestros días. Para los moches, el ritual funerario era un reflejo de su concepción de la vida. Consideraban la muerte como continuación de la existencia, por lo que los muertos eran enterrados con sus enseres para seguir con sus funciones. Los funerales eran una manifestación de la posición y función que la persona desempeñaba en la sociedad.

El hallazgo
En 1987 el arqueólogo peruano Walter Alva y su equipo descubrieron en Sipán, en el departamento de Lambayeque, un yacimiento funerario. El sitio arqueológico estaba compuesto por dos pirámides truncadas de adobe, en donde se encontraron Las Tumbas del Señor de Sipán de Sacerdote y del Viejo Señor de Sipán.
Este descubrimiento supuso un punto de inflexión en las creencias y conocimientos que se tenían hasta entonces sobre la cultura mochica. Antes de este hallazgo se pensaba que todo el legado iconográfico dejado por los moches formaba parte de escenas mitológicas solo existentes en su imaginación.
Los restos hallados constataban una total correspondencia, que evidenciaba la verdadera unidad entre el arte y la realidad. Un hallazgo que ha supuesto un acercamiento a la cultura mochica, permitiendo un mejor conocimiento sobre su concepción de la muerte, sus costumbres, sus ceremonias, sus formas de subsistencia y su organización social.

El Señor de Sipán
El Señor de Sipán es el único gobernante del antiguo Perú encontrado hasta la fecha.Gracias a su esqueleto se sabe que el Señor de Sipán murió a los 40 años y que media 1,67 metros de altura.
Junto a sus restos mortales y los de sus acompañantes se encontraron diferentes emblemas, vestimentas y ornamentos que evidenciaban su rol y estatus social. De esto se deduce que ocupaba la cúspide de la estructura social y política de su tiempo, llegando a ser considerado antiguamente como un semidiós.

El Sacerdote
El Sacerdote formaba parte del segundo estrato social de la cultura moche, cuya función era básicamente religiosa.
Según sus restos, se puede deducir que tenía una altura de 1,60 metros y que al morir tenía entre 35 y 40 años.

El viejo Señor de Sipán
El Viejo Señor de Sipán habría sido el primer gobernante de Sipán antecesor del Señor de Sipán por cuatro generaciones.
Muchos de los emblemas de rango y mando u ornamentos y estandartes de su rico ajuar funerario resultan parecidos a los del Señor descubierto, lo cual refleja una jerarquía y rol semejantes en diversos momentos de la sociedad mochica.
En su ajuar se encontraron una serie de imágenes religiosas mucho mas complejas y diversas que las del Señor, lo que hace suponer que en su mandato el poder religioso y el político estaban en sus manos y que posteriormente se separaron.

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